50 Aniversario del IES Padre Juan de Mariana
FELICIDADES!!!
Los inicios del IES "Padre Juan de Mariana"
A continuación vamos a exponer algunos de los aspectos que caracterizaban a la vida escolar durante aquellos años, para ello nos vamos a apoyar en el primera acta del claustro de profesores que se realizó el 8 de octubre de 1965, y que obra en nuestro archivo. En dicho acta, en primer lugar, se hace referencia a la orden en la que se autorizaba oficialmente el comienzo de la actividad del nuevo Instituto de Enseñanza Media” denominado “Padre Juan de Mariana” (BO.E. 26 de agosto de 1965).
Entre las normas de disciplina se indicaba que al entrar en el instituto, los alumnos formarían “en el patio por cursos, grupos y estaturas, al mando de dos encargados del Frente de Juventudes y Sección Femenina, quienes utilizarán las voces propias de gimnasia”. Tras unas breves palabras sobre disciplina se leían las sanciones impuestas. A continuación los profesores de Religión dirigían el rezo; luego, tras izar la bandera y entonar el himno nacional, los alumnos formados de dos en dos se dirigían en silencio acompañados por los profesores respectivos hasta la clase.
Como vemos, algo ha cambiado con el tiempo con respecto a aquella época, pero el papel a desempeñar por unos u otros a veces sí que es similar, tal como ocurre con nuestra querida Begoña, su homónimo, el Jefe de Estudios de entonces, Don José Sanz Ramos, vigilaría las salidas y entradas de los alumnos.
Un dato curioso es el referido a las guardias que realizaban los profesores en el recreo que estaban asignadas a los profesores de Religión y Educación Física, aunque es cuestión de proponérselo, igual nuestro colega Enrique podría aceptar esta posibilidad. Las normas sobre expulsión especificaban que no se podía expulsar a ningún alumno del aula durante las clases, pero que en el caso de sanción sería el “subalterno”, hoy conserje (nuestros Roberto, Merche, Chelo o Pilar), el que conduciría al alumno implicado al Jefe de Estudios.
Diferentes disposiciones que regulaban la vida colegial como decimos, incluyendo la organización de las aulas, cuyos pupitres estaban numerados para facilitar el control de faltas de asistencia de los alumnos. Cada sesión de clase duraba una hora, a su vez quedando dividida en tres partes: estudio, explicación y preguntas.
En todos los tiempos ha habido mejores y peores comportamientos entre los estudiantes. Algunos de los que hoy son padres de alumnos pueden contar sus anécdotas de cuando estudiaban en nuestro instituto, incluso entonces tenían normas de conducta acorde a un baremo del que disponía cada uno cuando comenzaba el curso, y que se valoraba sobre 20 puntos. Esta puntuación podía ir disminuyendo o aumentando en función de unos coeficientes de conducta; cuanto mayor fuera la gravedad de la falta, se quitaban más puntos, en cambio si se obtenían calificaciones superiores a 9 puntos en tres asignaturas, o se tenía un comportamiento de “compañerismo o ejemplaridad”, dicha puntuación aumentaba. Cuando se agotaban 15 puntos se apercibía al interesado con la posibilidad de expulsión, la cual se llevaba a cabo en caso de agotar la totalidad de los mismos.
Exponemos la tipificación de las faltas de conducta en 1965:
Las faltas se califican en leves, graves y muy graves
A. Serán faltas leves: tres faltas de puntualidad, tres faltas de asistencia, reiteradas faltas de higiene, reiteradas faltas de uniformidad, arrojar papeles u objetos fuera de las papeleras, hablar en formación, hablar en los pasillos, hablar en clase, no ir bien en formación, desobedecer a los alumnos subdelegados de curso, perturbar el orden en clase (si fuera leve), falta de atención en clase, cualquiera otra que pueda ser considerada como leve.
B. Serán faltas graves: reiteradas faltas graves, faltas de respeto al personal subalterno, faltar al respeto a un compañero en materia grave, la que se cometa vistiendo el uniforme del Centro fuera de éste, causar cualquier daño al inmueble, instalaciones y material del Centro, las de educación así consideradas, perturbar el orden en formaciones o clases cuando los resultados fueran graves, cualquiera otra que a criterio del Centro así fuesen consideradas.
C. Serán faltas muy graves: reincidencia en faltas graves, falta de respeto a profesores, faltas contra el honor, apropiación indebida.
En fin, como vemos, algunos de estos aspectos siguen vigentes en nuestros días, y es que el respeto, las normas básicas de convivencia y comportamiento en los espacios escolares, son comunes en el tiempo, puesto que constituyen principios básicos de formación e inherentes al marco educativo.
Por aquellos primeros años el instituto editaba una revista en la que los propios chicos y chicas colaboraban. En la misma, aquellos jóvenes expresaban sus preocupaciones, como fue el caso de Jesús Miguel Botija, de 6º A (Bachillerato) que en 1968 escribía bajo el título “S.O.S. a la juventud” sobre las inquietudes de parte de esos jóvenes talaveranos, un año ese a la postre interesante, recordamos las protestas estudiantiles del célebre “Mayo del 68”. Decía Jesús:
“¿Qué nos ocurre a los jóvenes ¿Qué ocurre en Talavera? ¿Somos jóvenes o somos unos viejos de ochenta años? La situación es desesperante. No tenemos ganas de nada. Estamos dominados por una apatía y un aburrimiento escalofriantes. Tanto en días de diario como festivos, andamos deambulando por ahí, sin fuerzas para hacer nada: calle San Francisco, billares y cine. Siempre lo mismo [...] ¿Vamos a permitir que digan constantemente que la juventud está desquiciada, loca; que somos unos gamberros? Yo, por lo menos no. Tenemos que defendernos, demostrarles a nuestros padres y demás personas mayores que no es así; que tenemos un espíritu y un afán de lucha. Que tenemos unos ideales que nos animan; en fin, que tenemos juventud [...]”
Jesús ante estas preocupaciones manifestadas encuentra la solución:
“Os propongo unirnos todos, formar un club, en el que nosotros seamos los jefes y al mismo tiempo los obreros, el que nosotros propongamos y realicemos las actividades que nos gusten: música, teatro, lectura, coloquios, etc. Un club desde el cual podamos mantener correspondencia con chicas y chicos de España y del extranjero”
Iniciativas de una época pasada, de otro siglo, en un instituto con una historia, parte de la historia de esta ciudad, que se renueva, pero que nunca debe olvidar lo que fue, lo que ha representado para Talavera. Un “club” que sin saberlo al que muchos pertenecen, los que pasaron por sus aulas, los “alumnos del Instituto Padre Juan de Mariana”,..., también sus antiguos profesores, conserjes, etc.
50 Aniversario del IES Padre Juan de Mariana
FELICIDADES!!!
Los inicios del IES "Padre Juan de Mariana"
A continuación vamos a exponer algunos de los aspectos que caracterizaban a la vida escolar durante aquellos años, para ello nos vamos a apoyar en el primera acta del claustro de profesores que se realizó el 8 de octubre de 1965, y que obra en nuestro archivo. En dicho acta, en primer lugar, se hace referencia a la orden en la que se autorizaba oficialmente el comienzo de la actividad del nuevo Instituto de Enseñanza Media” denominado “Padre Juan de Mariana” (BO.E. 26 de agosto de 1965).
Entre las normas de disciplina se indicaba que al entrar en el instituto, los alumnos formarían “en el patio por cursos, grupos y estaturas, al mando de dos encargados del Frente de Juventudes y Sección Femenina, quienes utilizarán las voces propias de gimnasia”. Tras unas breves palabras sobre disciplina se leían las sanciones impuestas. A continuación los profesores de Religión dirigían el rezo; luego, tras izar la bandera y entonar el himno nacional, los alumnos formados de dos en dos se dirigían en silencio acompañados por los profesores respectivos hasta la clase.
Como vemos, algo ha cambiado con el tiempo con respecto a aquella época, pero el papel a desempeñar por unos u otros a veces sí que es similar, tal como ocurre con nuestra querida Begoña, su homónimo, el Jefe de Estudios de entonces, Don José Sanz Ramos, vigilaría las salidas y entradas de los alumnos.
Un dato curioso es el referido a las guardias que realizaban los profesores en el recreo que estaban asignadas a los profesores de Religión y Educación Física, aunque es cuestión de proponérselo, igual nuestro colega Enrique podría aceptar esta posibilidad. Las normas sobre expulsión especificaban que no se podía expulsar a ningún alumno del aula durante las clases, pero que en el caso de sanción sería el “subalterno”, hoy conserje (nuestros Roberto, Merche, Chelo o Pilar), el que conduciría al alumno implicado al Jefe de Estudios.
Diferentes disposiciones que regulaban la vida colegial como decimos, incluyendo la organización de las aulas, cuyos pupitres estaban numerados para facilitar el control de faltas de asistencia de los alumnos. Cada sesión de clase duraba una hora, a su vez quedando dividida en tres partes: estudio, explicación y preguntas.
En todos los tiempos ha habido mejores y peores comportamientos entre los estudiantes. Algunos de los que hoy son padres de alumnos pueden contar sus anécdotas de cuando estudiaban en nuestro instituto, incluso entonces tenían normas de conducta acorde a un baremo del que disponía cada uno cuando comenzaba el curso, y que se valoraba sobre 20 puntos. Esta puntuación podía ir disminuyendo o aumentando en función de unos coeficientes de conducta; cuanto mayor fuera la gravedad de la falta, se quitaban más puntos, en cambio si se obtenían calificaciones superiores a 9 puntos en tres asignaturas, o se tenía un comportamiento de “compañerismo o ejemplaridad”, dicha puntuación aumentaba. Cuando se agotaban 15 puntos se apercibía al interesado con la posibilidad de expulsión, la cual se llevaba a cabo en caso de agotar la totalidad de los mismos.
Exponemos la tipificación de las faltas de conducta en 1965:
Las faltas se califican en leves, graves y muy graves
A. Serán faltas leves: tres faltas de puntualidad, tres faltas de asistencia, reiteradas faltas de higiene, reiteradas faltas de uniformidad, arrojar papeles u objetos fuera de las papeleras, hablar en formación, hablar en los pasillos, hablar en clase, no ir bien en formación, desobedecer a los alumnos subdelegados de curso, perturbar el orden en clase (si fuera leve), falta de atención en clase, cualquiera otra que pueda ser considerada como leve.
B. Serán faltas graves: reiteradas faltas graves, faltas de respeto al personal subalterno, faltar al respeto a un compañero en materia grave, la que se cometa vistiendo el uniforme del Centro fuera de éste, causar cualquier daño al inmueble, instalaciones y material del Centro, las de educación así consideradas, perturbar el orden en formaciones o clases cuando los resultados fueran graves, cualquiera otra que a criterio del Centro así fuesen consideradas.
C. Serán faltas muy graves: reincidencia en faltas graves, falta de respeto a profesores, faltas contra el honor, apropiación indebida.
En fin, como vemos, algunos de estos aspectos siguen vigentes en nuestros días, y es que el respeto, las normas básicas de convivencia y comportamiento en los espacios escolares, son comunes en el tiempo, puesto que constituyen principios básicos de formación e inherentes al marco educativo.
Por aquellos primeros años el instituto editaba una revista en la que los propios chicos y chicas colaboraban. En la misma, aquellos jóvenes expresaban sus preocupaciones, como fue el caso de Jesús Miguel Botija, de 6º A (Bachillerato) que en 1968 escribía bajo el título “S.O.S. a la juventud” sobre las inquietudes de parte de esos jóvenes talaveranos, un año ese a la postre interesante, recordamos las protestas estudiantiles del célebre “Mayo del 68”. Decía Jesús:
“¿Qué nos ocurre a los jóvenes ¿Qué ocurre en Talavera? ¿Somos jóvenes o somos unos viejos de ochenta años? La situación es desesperante. No tenemos ganas de nada. Estamos dominados por una apatía y un aburrimiento escalofriantes. Tanto en días de diario como festivos, andamos deambulando por ahí, sin fuerzas para hacer nada: calle San Francisco, billares y cine. Siempre lo mismo [...] ¿Vamos a permitir que digan constantemente que la juventud está desquiciada, loca; que somos unos gamberros? Yo, por lo menos no. Tenemos que defendernos, demostrarles a nuestros padres y demás personas mayores que no es así; que tenemos un espíritu y un afán de lucha. Que tenemos unos ideales que nos animan; en fin, que tenemos juventud [...]”
Jesús ante estas preocupaciones manifestadas encuentra la solución:
“Os propongo unirnos todos, formar un club, en el que nosotros seamos los jefes y al mismo tiempo los obreros, el que nosotros propongamos y realicemos las actividades que nos gusten: música, teatro, lectura, coloquios, etc. Un club desde el cual podamos mantener correspondencia con chicas y chicos de España y del extranjero”
Iniciativas de una época pasada, de otro siglo, en un instituto con una historia, parte de la historia de esta ciudad, que se renueva, pero que nunca debe olvidar lo que fue, lo que ha representado para Talavera. Un “club” que sin saberlo al que muchos pertenecen, los que pasaron por sus aulas, los “alumnos del Instituto Padre Juan de Mariana”,..., también sus antiguos profesores, conserjes, etc.